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¿Existe el Infierno?

“Dice pues el Señor: Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, más su corazón alejó de mí, y su temor para conmigo fue enseñado por mandamiento de hombres”. (Isaías 29:13)


UNA de las plagas generalizadas en el pensamiento religioso mundial es el complejo sentimiento de miedo. El temor oscurece la mente y le impide a quien lo sufre alcanzar el conocimiento del verdadero Dios de amor que se nos revela en la Biblia. Casi universalmente, los defensores de la religión emplean el miedo como un medio para hacer conversos y lo convierten en un motivo para creer y vivir con rectitud. El texto arriba mencionado enfatiza que esto está mal, que el miedo mal sano a Dios es inducido por los preceptos de hombres que, en su corazón, están muy lejos de conocer realmente al Dios de la Biblia y de adorarlo en espíritu Verdad.


Los partidarios del “concepto” del tormento eterno parecen sinceros al creer que la Biblia lo enseña, por lo tanto, es importante que examinemos la Palabra de Dios para determinar si esto es verdad. El lugar más adecuado para comenzar este examen es el Libro del Génesis, con su registro de la creación, transgresión y caída del hombre. Podemos estar seguros de que todo lo que Dios declaró allí como castigo por transgredir su ley no ha cambiado, porque Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.


La primera mención que tenemos en la Biblia del castigo por el pecado se encuentra en Génesis 2:16, 17. Este pasaje dice: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás”. En la biblia Interlineal encontramos que la palabra “Morirás” es en realidad "muriendo, morirás", lo que significa que si Adán desobedecía a Dios, de inmediato comenzaría a morir, y finalmente sucumbiría y regresaría al polvo del que fue tomado.


Ciertamente, Jehová explicó muy claramente cuál sería el castigo por el pecado, y no parece haber razones para malinterpretar sus palabras. Pero han sido mal entendidas, y se han basado en ellas enseñanzas tremendamente falsas. La muerte, ahora se afirma, que no significa muerte como la conocemos, sino que muchos la entienden como la separación de Dios en un infierno de fuego y tormento eterno. Al atribuir este falso significado a la palabra muerte, todo el testimonio de la Biblia sobre este tema se distorsiona y se vuelve confuso.


Origen del error


La pregunta obligada en este punto es ¿Cómo surgió este concepto erróneo de unas las palabras sencillas de entender? Esta falsa doctrina tuvo origen en el Huerto del Edén. Mientras que Dios dijo claramente a Adán: "Ciertamente morirás", "la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás", le dijo más tarde a Eva: "Ciertamente no morirás". (Apocalipsis 20: 1; Génesis 3: 4) Aquí hubo una negación de la verdad de Dios, una falsedad que ha sido responsable de muchas de las doctrinas erróneas que hay en el mundo hasta el día de hoy.


Así como en las relaciones humanas ordinarias una falsedad conduce a otra, así ocurre en el ámbito religioso. Debido a que se afirmó que la muerte no era muerte, sino que simplemente era la entrada a otro lugar de habitación, se tuvo que concebir una “sala de tortura” para los malvados, y los creadores permitieron que su imaginación funcionara con mucha libertad, decidiendo que Dios seguramente necesitaba un infierno para torturar a los pecadores para siempre.


Pero, gracias a Dios, ¡esta enseñanza no es Bíblica! Es un “precepto de hombres” y es la razón por la cual quienes aman a Jehová pero no entienden su palabra se han esforzado por asustar a los incrédulos para que se arrepientan y se conviertan. Es cierto que la Biblia sí enseña que hay un infierno; pero el infierno de la Biblia no es una tortura eterna, sino el estado de muerte, de modo que el testimonio unificado de toda la Biblia es que “la paga del pecado es muerte” que debe entenderse como la “Inexistencia” o la “Inconciencia” (Rom. 6:23).


Infierno en el Antiguo Testamento


Los manuscritos originales del Antiguo Testamento fueron escritos en el idioma hebreo y solo hay una palabra hebrea que se traduce como "infierno". Esta es la palabra sheol, que aparece sesenta y cinco veces en el Antiguo Testamento, pero no siempre se traduce como "infierno". Treinta y una veces se traduce como "sepulcro" y tres veces como "pozo".


¿Qué significa la palabra Sheol en la Biblia? Eclesiastés 9:10 dice: “Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro (Sheol), adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría”. El único infierno del Antiguo Testamento, es un estado de completa inconsciencia.


El profeta Job evidentemente entendió el asunto de la misma manera, porque cuando estaba sufriendo dolores físicos de la cabeza a los pies y siendo torturado mentalmente por sus posibles consoladores, quienes en realidad lo estaban acusando falsamente de haber cometido un pecado grave, le pidió a Dios que le permitiera morir e ir al sheol como lugar donde descansar. Job le dijo a Dios: “Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro (Sheol), Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!”. Job 14:13


Tradicionalmente, el infierno es entendido como un lugar donde Dios descarga su ira sobre los pecadores, por medio de torturas crueles, pero aquí en la Biblia encontramos a un siervo justo de Dios le pidió que le permitiera morir e ir al infierno Bíblico — sheol — en orden para escapar de la ira de Dios. ¡Cuán terriblemente las tradiciones de los hombres han distorsionado la verdad de la Palabra de Jehová!


Infierno en el Nuevo Testamento


La palabra hebrea sheol se usa nuevamente en el Salmo 16:10. Esta es una profecía de la muerte y resurrección de Jesús, en la que se nos asegura que el alma de Jesús no sería abandonada en el infierno, en el sheol. El día de Pentecostés, el apóstol Pedro citó esta profecía, y en su cita usó la palabra griega hades para traducir la palabra hebrea sheol. Por esto sabemos que tiene el mismo significado que sheol. La palabra griega hades es la que se traduce con mayor frecuencia como infierno en el Nuevo Testamento.


Es esta palabra la que se usa en Apocalipsis 1:18, donde Jesús nos informa que tiene “las llaves del infierno”: hades. También es la palabra griega usada por Jesús cuando habló de "las puertas del infierno" que no prevalecerían contra la iglesia. (Mat. 16:18) Hades es también la palabra griega usada en Apocalipsis 20: 13, donde se nos informa que el “infierno” entregará sus muertos. En el versículo 14 de este mismo capítulo se nos asegura que el "infierno", el hades, será destruido, que será arrojado al "lago de fuego... la muerte segunda". La tradición quiere hacernos creer que el lago de fuego es el infierno, pero de acuerdo con este texto, el infierno se destruye en el "lago de fuego", y el fuego se usa aquí para simbolizar la destrucción.


Fuego de Gehena


En algunos casos, la palabra infierno en el Nuevo Testamento es una traducción de la palabra griega Gehena. Gehena era un profundo barranco fuera de los muros de la antigua Jerusalén donde se quemaba la basura de la ciudad. En el Antiguo Testamento se le conoce como el Valle de Hinom. Los cadáveres de animales muertos se quemaron en los fuegos de Gehena y, en ocasiones, el cadáver humano de un criminal considerado indigno de una resurrección.


Jesús usó el Gehena como símbolo de la destrucción total y duradera de los malvados intencionales. Es esta palabra griega que se traduce infierno en Mateo 10:28, que dice: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más al alma no pueden matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (Gehena)". De esta declaración de Jesús se entiende claramente que el Gehena simboliza destrucción, no tormento eterno. Todos estamos de acuerdo que es una realidad la muerte corporal, y Jesús habla de que el alma puede ser asesinada o destruida de la misma manera.


La posibilidad de que el alma, o el ser, puedan volver a vivir después de la muerte del cuerpo se debe a que Dios nos ha prometido la resurrección. En la Biblia se habla de seres humanos que serán despertados del sueño de la muerte como si simplemente estuvieran durmiendo. Solo aquellos que voluntariamente se oponen a Dios y la justicia son completamente destruidos en la muerte, representada por Jesús como la destrucción no solo del cuerpo, sino del mismo ser o alma.


"El don de Dios"


Como hemos visto, Pablo escribió que “la paga del pecado es muerte”, no un tormento. A esto añadió: "El don de Dios es vida eterna en Jesucristo nuestro Señor" (Rom.6: 23). La vida y la muerte son las dos alternativas que se nos presentan en la Palabra de Dios, no la felicidad en el cielo y el tormento en el infierno. Dios le advirtió a Adán que la muerte sería el precio a pagar por la desobediencia, así que cuando desobedeció fue sentenciado a muerte. Esto sumió a toda la raza humana en la muerte, porque todos nacieron moribundos. “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre”, escribió Pablo, y “por un hombre la resurrección de los muertos”. A esto, Pablo agregó: “Así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados”. I Cor. 15: 21,22


Los creyentes que vivimos ahora sabemos que en la resurrección es donde la fe será recompensada con la vida real, o sea, la inmortalidad que es solo para aquellos que demuestran ser fieles seguidores del Maestro en la actual era evangélica. Estos vivirán y reinarán con Cristo y, durante los mil años de su reino, estarán asociados con él para dispensar las bendiciones de la vida a “todas las familias de la tierra” (Gal 3: 27-29).


La resurrección general de todos los muertos se describe en Apocalipsis 20:13 como un regreso del infierno o hades. Cuando Jesús murió como el Redentor del mundo, compró, por así decirlo, las "llaves del infierno", y usará estas "llaves" para liberar a los cautivos de la muerte. Después de su resurrección, Jesús dijo: “Yo soy el que vive y estuve muerto; y he aquí, vivo para siempre, amén; y tengo las llaves del infierno y de la muerte” (Apocalipsis 1:18).


Aunque todas las familias de la tierra están muertas o en agonía, pueden ser bendecidas con la vida solo resucitando de entre los muertos. Jesús nos aseguró que esto se lograría, dijo que las "puertas del infierno" no retendrían para siempre a los prisioneros de la muerte, Jesús es quien tiene las "llaves" y junto con sus verdaderos seguidores, abrirán las "puertas". Será entonces cuando el infierno entregará a sus muertos.


Pero esto no significa que toda la humanidad tenga la seguridad de disfrutar de la vida eterna. Todos serán liberados de la sentencia de muerte que se impuso contra Adán y sus hijos. Liberados de esto, se le dará la oportunidad a cada persona de obedecer la ley de Dios y vivir para siempre. Aquellos que no obedezcan serán destruidos (Hechos 3:23). Entonces también serán destruidos los “conceptos” o “Doctrinas falsas” de los hombres que solo han engendrado temor.

 
 
 

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Asociación de Estudiantes de la Biblia en México

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