EL PLAN DE DIOS PARA EL HOMBRE Lección 5
Siguiendo al Maestro
JESÚS invitó a aquellos que creían en él a que se hicieran sus seguidores. Él puso en claro, sin embargo, que los únicos que podían ser sus seguidores verdaderos eran quienes estaban dispuestos a negarse a sí mismos y tomar la cruz. (Mat. 16:24) Jesús explicó que aquellos que no lo amaban aun más que a los miembros de sus propias familias no eran dignos de él. (Mat. 10:37, 38) Estos requisitos del discipulado establecidos por el Maestro son muy exigentes. No son los requisitos bajo los cuales la humanidad en general recibirá finalmente la vida por Cristo, sino son las condiciones bajo las cuales, en este momento, uno puede ser un seguidor verdadero de Jesús.
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La abnegación, como enseñada por Jesús, no es simplemente el abandonar ciertas cosas buenas como el comer o renunciar a otros placeres de la vida. Por el contrario, es la privación de uno mismo, una dedicación al Señor que es tan completa y de todo corazón que uno se priva de todos los derechos de gobernar su propia vida. Es la renunciación por completo de su propia voluntad y de sus propios caminos y la aceptación de la voluntad del Señor como regla de la vida. Esto significa un cambio completo en la perspectiva de la vida, una transformación de la mente para conformarse a la voluntad de Dios. —Rom. 12:2.
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Llevar la cruz significa más que aguantar experiencias desagradables. Por su parte tomar la cruz y seguir a Jesús significa su consentimiento de sufrir y morir con el Maestro. Aquellos condenados a la muerte conforme a la ley romana llevaban su propia cruz al lugar de la crucifixión. Por su parte llevar una cruz, por lo tanto, significaba que él estaba por el camino de la muerte, y este es el sentido simbólico de llevar la cruz para el cristiano. Como discípulos de Jesús, sufrimos y morimos con él. —Rom. 6:3-6; 2 Tim. 2:11,12.
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Ser un discípulo de Cristo, por lo tanto, implica mucho más que llevar una vida moral y recta. Significa la dedicación de la vida de uno a la causa de Dios a medida que ésta se lleva a cabo por medio de Cristo. Significa una dedicación a la causa que conduce al sacrificio de uno mismo y de todos los intereses egoístas. Esta es la vida cristiana.
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Pero la vida de sacrificio por la causa cristiana tiene sus recompensas de paz y de alegría en el Señor, que son el resultado del aseguramiento de tener la aprobación divina. Esta es una paz y una alegría que están basadas en el conocimiento de que nuestro Padre Celestial amoroso sabe lo mejor para nosotros y hace que todas las cosas nos ayuden a bien. —Rom. 8:28.
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Hay también futuras recompensas para aquellos que fielmente entregan sus vidas al pisar en los pasos de Jesús. La promesa para ellos consiste en que si fielmente sufren y mueren con Jesús vivirán y reinarán con él. —Rom. 8:17,18; Apoc. 3:21
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El objetivo de vivir y reinar con Cristo es participar con él en ofrecer las bendiciones de salud y de vida al resto de la humanidad, las cuales él proporcionó por su propia muerte como el Redentor y el Salvador del mundo. El privilegio de participar en la exaltación de Jesús es descrito por Pablo como el “premio del supremo llamamiento.” —Fil. 3:14
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AYUDAS PARA LOS ESTUDIANTES
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Preguntas
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No hay ninguna vocación más importante que ser un seguidor dedicado del Maestro, como se demostrarán en las respuestas a estas preguntas:
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♦¿Cuáles son los requisitos del discipulado cristiano establecidos por Jesús?
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♦¿Se esperará en general que el mundo de la humanidad satisfaga estos requisitos a fin de disfrutar de la vida eterna en la tierra?
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♦¿Qué quiso decir Jesús con la expresión “negarse a sí mismo”?
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♦¿Qué significa llevar su propia cruz?
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♦¿Cuáles son algunas recompensas presentes disfrutadas por aquellos que entregan sus vidas por la causa divina?
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♦¿Cuáles son las futuras recompensas por aquellos que sufren y mueren con Jesús?
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♦¿Cuál es el objetivo de vivir y reinar con Cristo?
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Resumen de los Pensamientos Importantes
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Ser un cristiano verdadero significa mucho más que llevar una vida recta y moral. Significa el sacrificio hasta la muerte.
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Material de Referencia
“La Nueva Creación,” página 443, par. 2, y página 444
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