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La imposición de las manos del Presbiterio

(1) “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (Reunión de ancianos). 1 Timoteo 4:14.

(2) “A los cuales (los siete diáconos escogidos por la iglesia) presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos” Hechos 6:6.

(3) “En la Iglesia (ecclesia) que estaba en Antioquia… dijo el Espíritu Santo: Apártame a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”. Hechos 13:1-3.

(4) “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos”. 1 Timoteo 5:22.

(5) “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban (predicaban). Hechos 9:6.

(6) “Entonces les imponían las manos, (los apóstoles) y recibían el Espíritu Santo”. Hechos 8:17-19.

(7) “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. 2 Timoteo 1:6.

De esa manera presentamos el testimonio inspirado con relación a la imposición de manos en la Ecclesia de la Nueva Creación. En los últimos tres (5, 6, 7), se pone de manifiesto la referencia sobre el hecho de impartir “dones”, cosa común en la Iglesia primitiva. Así, las manos apostólicas fueron impuestas sobre todos los creyentes consagrados, y a continuación uno o más dones: “lenguas”, etc. “Una cantidad del Espíritu es otorgada a cada hombre para que se beneficie también”.* Los primeros cuatro textos (1, 2, 3, 4) pueden ser agrupados de manera correspondiente a una enseñanza general; es decir, como una marca de aprobación o endose, pero no como un signo de permiso o autorización.

(1) Timoteo, el hijo “adoptivo” de Pablo en el ministerio, ya había sido bautizado y ya había recibido un don del Espíritu Santo de las manos del Apóstol Pablo (véase punto 7) cuando fue con Pablo a Jerusalén (Hechos 21:15-19). Sin duda, en ese entonces y en ese lugar “Santiago y todos los ancianos”, los ancianos apostólicos, reconociendo la devoción de Timoteo y su cercana afiliación con Pablo, lo bendijeron unánimemente, imponiendo sus manos sobre él por medio del endose, y la explicación implica que ellos hicieron esto, no conforme a la usual costumbre ni a todas las instrucciones de Pablo, sino “por medio de la profecía”, indicando que ellos fueron guiados a hacerlo mediante alguna predicción o instrucción del Señor.

(2) Estos diáconos no fueron comisionados, o autorizados para predicar por medio de la imposición de manos de los apóstoles sobre ellos, porque ellos no fueron elegidos como predicadores, sino para servir las mesas; y de todos modos, en virtud de la unción del Espíritu Santo, ellos ya tenían autoridad plena para predicar hasta el límite de sus talentos y oportunidades. Y sin mención alguna de licencia o permiso, u otra ordenación por parte de nadie, nosotros encontramos a Esteban, uno de estos diáconos, predicando tan fervorosamente que él fue el primero después del Maestro en sellar su testimonio con su sangre. De manera evidente, esta imposición de manos significó simplemente la aprobación apostólica y su bendición.

(3) La imposición de manos sobre Pablo y Bernabé no pudo haber sido un permiso para predicar, porque ellos ya estaban reconocidos como ancianos y habían enseñado en la Iglesia de Antioquía por más de un año. Además, anteriormente ellos mismos habían estado predicando en otras partes (Compárese Hechos 9:20-29, 11:26). Esta imposición de manos pudo haber tenido solamente la intención de endosar el trabajo misionero próximo a ser realizado por Pablo y Bernabé, tanto que la Iglesia de Antioquía se unió en la misión con ellos y probablemente costeó sus gastos.

(4) Aquí el Apóstol da a entender que una imposición de manos de Timoteo sobre un labrador en el viñedo significaría su aprobación, o endose: de manera que si el hombre de cualquier modo se comportara mal, Timoteo compartiría su demérito. Hasta donde sea posible, él debe asegurarse de que no influyó para introducir a alguien que ofendería a las ovejas del Señor, moralmente o doctrinariamente.

No se debe correr ningún riesgo, se debe tener cuidado al dar una carta de recomendación o un endose público en la forma de un público ¡Que Dios te acompañe! El mismo consejo aún es apropiado para todo el pueblo del Señor en proporción al grado de su influencia. Sin embargo, nada en esto implicaba que cualquiera fuera dependiente del endose de Timoteo antes de que ellos tuvieran el derecho de predicar: ese derecho de acuerdo a la habilidad que es otorgado por el Señor para todo aquel que reciba el Espíritu Santo de unción.
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Asociación de Estudiantes de la Biblia en México

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